Da El Pais del 25.5.10:
Panahi paga 150.000 euros por su libertad
El cineasta fue detenido el pasado marzo y estaba en huelga de hambre para protestar por el maltrato en prisión
                                                                                               El cineasta Jafar Panahi ha ha quedado en libertad esta  tarde, después de que esta mañana su esposa, Tahereh Saeedi, depositara  una fianza 2.000 millones de riales (unos 150.00 euros). La decisión de  ponerle en libertad se produce tras una  intensa movilización tanto dentro como fuera de Irán  y después  de que el director iniciara una huelga de hambre .
                        
Panahi, de 49 años, se declaró en huelga de hambre el pasado domingo  16, después de 77 días encerrado en la cárcel de Evin, sin haber  recibido asistencia letrada. En una carta dictada a su mujer aseguró que  no iba a ingerir alimentos o bebidas hasta que se le permitiera ver a  un abogado, recibir la visita de su familia y quedar en libertad a la  espera de juicio. El efecto de su decisión fue casi inmediato. El pasado  jueves, recibió la visita de su familia, su abogado e incluso el  mismísimo fiscal general de Teherán, Abas Yafar Dolatabadí. “Pudimos  verle el jueves, junto con el fiscal, y aunque su estado general era  bueno, daba la impresión de estar físicamente débil”, ha relatado Saeedi  a la agencia Reuters esta mañana.
Poco antes, la esposa de Panahi  había depositado la fianza fijada para su liberación. Sin duda los  2.000 millones de riales resultan bastante desproporcionados en un país  en el que el sueldo medio es de 5 millones de riales al mes. No  obstante, todos los encausados por las protestas contra la reelección de  Mahmud Ahmadineyad han tenido que desembolsar sumas millonarias para  acceder a la libertad provisional. El ex vicepresidente reformista Ali  Abtahí batió todos los récords al exigírsele un depósito de 7.000  millones de riales, pero incluso a la bloguera Hengameh Shahidí se le  pidieron 900 millones de riales.
Clotilde Ross, la joven  universitaria francesa detenida por hacer fotos de las manifestaciones,  pudo esperar el desenlace de su caso en la residencia del embajador  francés a cambio de consignar el equivalente a 225.000 euros.  Curiosamente la misma cantidad se fijó luego como multa para eludir las  dos condenas a 5 años de prisión a que fue condenada. Pero, la mayoría  de los afectados iraníes no disponen de esas cantidades y se ven  obligados a hipotecar sus casas como aval, lo que sin duda actúa como  incentivo para que guarden silencio.
Tal parece ser lo que buscan  las autoridades iraníes. Según testimonios de personas que han estado  encarceladas por delitos políticos, los responsables judiciales suelen  advertir a sus familiares que no hagan ruido y darles a entender que eso  facilitara la solución de sus expedientes. Sin embargo, en el caso de  Panahi, como antes sucediera con el periodista irano-canadiense Maziar  Bahari, la presión parece haber surtido efecto.
La silla vacía en  el Festival de Cannes, la mención de su colega Abbas Kiarostami, las  lágrimas de Juliette Binoche y la carta de 85 cineastas iraníes (menos  publicitada, pero enormemente valiente) han puesto en el punto de mira a  un régimen que ni siquiera informa a los detenidos de qué se les acusa.  En el caso de Panahi, uno de los directores iraníes más conocidos  internacionalmente, todo parece indicar que su único delito es  simpatizar con la oposición y haber apoyado a Mir Hosein Musaví, el  frustrado candidato a la presidencia en las controvertidas elecciones  del año pasado. Sus seguidores se muestran convencidos de que el  Gobierno manipuló los resultados para impedir su triunfo, algo que las  autoridades niegan. A resultas de aquello, el país ha vivido su mayor  crisis política desde la revolución de 1979.
El comunicado de la  fiscalía en el que se informa de la puesta en libertad de Panahí señala  que “el expediente del acusado con los cargos presentados contra él ha  sido remitidos al tribunal revolucionario”, pero no indica de qué se le  acusa. El fiscal siempre ha insistido en que no se le había detenido “ni  por ser un artista ni por motivos políticos”, sino porque había  cometido un delito, sin especificar. A mediados de abril, el Ministerio  de Cultura y Orientación Islámica dijo que su detención era “un asunto  de seguridad” y que el cineasta “preparaba una película contra el  régimen sobre los sucesos post electorales”.

