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“Chi è questa testa di cazzo?”…La testimonianza di Herman Carrasco contro Alfonso Podlech. Il 21 in aula la figlia di Venturelli

Herman Carrasco ha ricordato ieri alla Casetta Rossa il succo della sua testimonianza contro Alfonso Podlech, l’ex procuratore militare di Temuco in Cile accusato di aver fatto sparire nell’ottobre del 1973 Omar Venturelli, un militante cileno di origine italiana di Cristiani per il Socialismo.
Poi Carrasco ha anche affrontato i nodi del Cile di oggi dove si perpetua una costituzione pinochettista e la transizione è di là da venire.
Carrasco, allora nel Comitato centrale del Parttito Comuinista, oggi militante senza organizzazione, ha anche parlato del lavoro che avviene ora intorno a “Punto Final”, una convention per la ricostruzione della sinistra in Cile.
Infine è stato ricordato l’asppuntamento del 21 luglio: quel giorno il procvesso Podlech prosegue davanti alla I Corte d’Assise di Roma (Edificio B di piazzale Clodio, I piano, ore 9,30) con la testimonianza di Maria Paz Venturelli, la figlia del desaparecido (di cui ieri è stata letta una lettera pubblicata in un post peecedente).

Qui di seguito riporto per intero il riassunto della testimonianza resa da Carrasco in aula il 18 giugno scorso, una testimonianza moltro forte conbtro Podlech accusato non solo di essere un torturatore ma anche di aver liquidato con una messinscena sei dirigenti copmunisti.

Comparece entonces el testigo único, el señor Herman Carrasco Paul . Nacido en Temuco en 1951, vivía a la fecha del golpe de estado en la casa 463 de la calle del General San Martín, de esa misma ciudad y era en el tiempo de los hechos, un estudiante universitario de veintiún años de edad y profesor de un liceo vespertino. El testigo declara que fue llamado a presentarse en una lista que hizo pública la fuerza aérea de Chile. Acató el llamado convencido por su suegro, suboficial mayor del regimiento Tucapel, una persona muy respetada dentro de él y que contaba con la amistad personal del mayor Luis Jofré – el mismo al que la defensa de Podlech intenta denodadamente, desde hace meses, hacer aparecer como el verdadero fiscal militar en aquellos días. Su suegro le dijo, pues, que no correría grandes riesgos al comparecer voluntariamente, ya que él confiaba en sus influencias, sabía que no tenía nada que ocultar y le acompañó a la Fiscalía Militar que funcionaba en el cuartel Tucapel, donde declara que es profesor de un liceo vespertino y se define como un simpatizante de izquierda. En la sala estaba presente el mayor Jofré. En ese momentos aparece Podlech, en uniforme de combate, “profiriendo insultos groseros dirigidos a mi persona y me doy cuenta de que él es el que manda allí. Los dos militares que estaban presentes se atemorizan cuando le ven aparecer. Ellos lo hacen todo rápido, para que yo pueda irme rápido, siendo ellos el sargento escribiente Schenner y el mayor Jofré, preocupados por mi integridad [no por amor al prójimo, sino por consideración al suegro del testigo. Esto último el testigo debe explicárselo nuevamente a la Juez Presidente] . El mayor Jofré le hacía las preguntas y el sargento escribía las respuestas”. Lo hicieron todo rápidamente y le dieron entonces una papeleta que le ponía en libertad. “Yo era un decidido partidario del gobierno constitucional del Dr. Salvador Allende” – precisa el testigo- “Sabíamos de la dureza de las fuerzas armadas y de la crueldad que había alcanzado ya la violenta persecución desatada especialmente contra los mapuche. En esa zona fue importante la reforma agraria, debido al grado de pobreza extrema en que vivía el pueblo mapuche y el campesinado en general. Por eso se desató una persecución violenta contra todo vestigio que quedara de los logros del gobierno de Allende” – acota el testigo.

¿Quién es este huevón de mierda?

El Fiscal Capaldo le pide que diga exactamente lo que le dijo Podlech cuando entró sorpresivamente a la oficina. El testigo señor Carrasco [que llevaba un día en Italia] empieza a contestar porque entendió la pregunta formulada en italiano. Le piden que se detenga porque el abogado Caricaterra puede contestar que su defendido [que va a cumplir dos años en Italia] no la entendió. Esto ocurre varias veces en el curso de su declaración y le obliga a repetir lo que ha empezado a decir.
A la pregunta del Fiscal que quiere que diga qué fue – textualmente – lo que le dijo Podlech cuando entró a la fiscalía y le vio allí, declarando, precisa él que le dijo “¿Quién es este huevón de mierda? ” – los militares le contestaron “Es un profesor”. Y Podlech dijo: “¡A esos, hay que cagarlos a todos!”… y otras cosas violentas…
La Juez Presidente insiste en que el testigo repita exactamente lo que dijo Podlech. “Señores” – recuerda éste al tribunal – “han pasado ya más de treinta y seis años… Podlech exactamente preguntó “¿Quién es este huevón de mierda?” y la otra frase era en el sentido que tenía que exterminarnos a todos”.

Conocí, de vista, a Podlech joven, cuando sacaba a pasear en moto a una chica de mi barrio

Luego se le preguntó si conocía a Podlech desde antes de su detención. “Le conocí de vista” – responde – “cuando yo tenía unos nueve o diez años de edad. Me crié en un barrio obrero de Temuco, la misma ciudad de Podlech. Atraído por una muchacha muy hermosa, aparecía frecuentemente en mi vecindario, a buscarla y salir a pasear con ella en motoneta…”
El abogado Caricaterra objeta. Insiste en que el testigo tiene que decir solamente cuándo y cómo conoció a Alfonso Podlech. Su objeción es rechazada. Tanto el Fiscal como la Juez Presidente le explican que eso es – exactamente – lo que está haciendo el testigo: explicar las circunstancias en las cuales conoció al inculpado. El Fiscal agrega que precisamente esos detalles sirven para formarse una idea de la memoria y la atendibilidad del testigo.
“Especialmente en el verano” – reanuda el testigo su relato – “andábamos de pantalón corto y salíamos a mirar la moto. Cuatro años más tarde, con catorce, me fuí de la ciudad. Después me enteré, por las conversaciones de la gente, de que la joven esperaba un hijo [no escuchamos bien si era un hijo o una hija] de él. Luego de empezar mi actividad política, lo ubicaba [a Podlech] como el abogado de los terratenientes”…
La intérprete traduce “indigentes” en lugar de “terratenientes”. El Fiscal Capaldo advierte el error y la corrige inmediatamente. Esto provoca una nueva objeción del abogado Caricaterra que advierte al Tribunal que lo que se tiene que tomar en cuenta es lo que dice la intérprete cuando traduce al testigo y no lo que diga el fiscal. La traductora pide, entonces, disculpas y enmienda su error. El testigo continúa diciendo que Podlech era un personaje muy conocido en Temuco y que durante el gobierno de la Unidad Popular, se hizo de público conocimiento su militancia en un grupo terrorista de extrema derecha, autodenominado Patria y Libertad, al que conocían todos en la zona.. “Así conocía yo a Alfonso Podlech. Y después me lo encuentro en la fiscalía, en tenida de combate” – apostilló.

Y, después de que su suegro que le saca dos veces del horno, la advertencia de la chica del barrio le salva la vida

El Fiscal Capaldo le pregunta si la chica del barrio, que años antes salía con Podlech, le dijo otras cosas que pudieran ser de importancia. El señor Carrasco contesta: “Sí, cuando me dejan en libertad” – y continúa – “Yo soy sobreviviente de un montaje que hicieron utilizando a un grupo de dirigentes de izquierda, a los que yo pertenecía. Los militares dijeron que habíamos asaltado el regimiento. Mi suegro intercede por mí una segunda vez y consigue sacarme del cuartel y que se nos lleve a la cárcel…”

El abogado Caricaterra le interrumpe diciendo que el testigo no está respondiendo a la pregunta formulada. El Fiscal replica que, a diferencia del jurado, el propio abogado Caricaterra sabe – y
muy bien – por qué es necesario contar lo del montaje para poder responder a la pregunta [ que era si la ex-chica de Podlech le había dicho algo de importancia]. Se produce una discusión algo áspera, en cuyo transcurso la Juez Presidente se impone, pide al testigo que vuelva a explicarlo todo de nuevo e indica a la intérprete que por favor no haga resúmenes, sino que traduzca todo, palabra por palabra.

El testigo explica nuevamente el suceso. “El día 4 de noviembre de 1973 soy detenido junto a otros dirigentes estudiantiles y políticos – especialmente comunistas. Nos llevan al cuartel Tucapel. Una semana entera nos torturan que era el método que usaban los agentes de la Fiscalía Militar para que confesáramos crímenes inexistentes”. La intérprete no traduce la mención directa a la Fiscalía Militar y el testigo – que se da cuenta del fallo – repite “por orden de la Fiscalía, por orden de la Fiscalía…” Y luego continúa: “De ese modo asesinan a seis de los detenidos, acusándoles de haber intentado asaltar el polvorín del regimiento”.

La Juez Presidente le pregunta por qué mataron a seis y no a los ocho detenidos.

El testigo explica: “Raúl Buholzer Matamala, que era profesor de la Universidad Técnica, tenía un vecino que era un importante agente civil del ejército y él le ayudó sin que lo supiera. Y yo me salvé gracias a mi suegro René Beltrán Valdebenito. Mi esposa – Nilda Beltrán – que estaba embarazada de seis meses, le dice a su padre que si él no intercede por mí, saldrá a la calle y se quitará la vida frente al regimiento. Luego de muchos esfuerzos desesperados, consigue finalmente que me separen del grupo, me saquen del cuartel y me manden a la cárcel. Allí permanezco hasta mi puesta en libertad, el 1 de julio de 1975. Y ahora, les contesto su pregunta: Poco tiempo después – estando yo en libertad – la chica que salía, años atrás, a pasear en moto con Podlech,viene a visitarme. Ella se llama Nuvia Ramírez” – aclara el testigo – y explica que le visita con el propósito de ponerle sobre aviso de que le van a matar. Le dice que debe abandonar a la mayor brevedad posible la ciudad de Temuco porque los militares no quieren dejar un testigo vivo que cuente después que los seis prisioneros no habían muerto en la forma que habían montado los militares.

El Asalto al Polvorín – que, por supuesto, nunca lo hubo – fue noticia bomba

El Fiscal pregunta si el episodio de los seis asesinados en base a calumniarles de terroristas fue publicado en los diarios. “En todos los del país” – contesta el testigo – “El propio dictador Pinochet señaló a la prensa de todo Chile que un grupo de locos despistados, armados de fusiles, bombas y cartuchos de dinamita habían intentado asaltar el cuartel Tucapel. Que habían sido repelidos por las tropas leales. Que seis habían muerto en combate, que dos habían sido hechos prisioneros. Que no había habido ninguna baja militar, ni pérdidas materiales. Toda esta documentación” – agrega el testigo señor Carrasco – “la entregué en su oportunidad al público ministerio italiano”.

El Fiscal confirma que efectivamente el testigo le ha entregado un recorte del diario Austral de Temuco, del 11 de noviembre de 1973 donde viene la noticia del asesinato de esas seis personas. Y le pregunta al testigo si tenía los certificados de defunción con las causas de muerte.

El testigo contesta: “Sí. Se los hice llegar al Fiscal Capaldo la vez anterior. Pero lo más terrible es lo que yo viví con ellos. Yo estaba allí mientras les torturaban. El protocolo de autopsia de varios de ellos señala…”

El abogado Caricaterra le interrumpe para pedir a la Juez Presidente que se tome en cuenta lo que dicen los certificados médicos de defunción y no lo que dice el testigo.
El Fiscal replica que él le ha pedido al testigo que cuente lo que dicen esos documentos, que por lo demás, están en actas. Que el testigo sabe que en los certificados de defunción hay causas diferentes de lo que se publicó en los diarios.
La Juez Presidente dice que quiere escuchar lo que dice el testigo sobre esos documentos.

Herman Carrasco responde. “Yo quiero repetir lo que estaba escrito en esos documentos para que la Corte se dé cuenta de la barbarie…”
El abogado Caricaterra le interrumpe para oponerse a que él cuente lo que está en esos documentos. Repite que él no los tiene en acta, y que es necesario que los documentos estén en acta – o que se produzcan – para que se pueda hablar de ellos en el tribunal.
El Fiscal empieza a buscar en sus documentos.

Torturados y torturadores

Para evitar demoras, la Juez Presidente dice que a la espera de esos documentos, puede seguirse con otras preguntas al testigo y da la palabra al abogado Marcello Gentili.
.
El abogado Gentili – de la acusación particular civil – pregunta al testigo si fue torturado entre el 4 y el 7 de noviembre de 1973.
El testigo contesta: “Fue en mi segunda detención. La primera fue entre el 19 y el 26 de septiembre de 1973, en la fuerza aérea”. Ante una repregunta del abogado precisa: “Nos aplicaban corriente eléctrica en la zona genital, picana eléctrica en el ano, en las zonas de las tetillas, en los oídos, muchas veces en la boca, en los tobillos. Luego nos sumergían la cabeza en aguas pestilentes, mezcladas con excremento. Se pretendía que, con la vista vendada, tuviésemos relaciones sexuales entre nosotros, y nos obligaban a ello apoyándonos el fusil en las costillas. Querían que nos hiciéramos tocaciones sexuales entre los presos y todo esto, con los ojos vendados…, y escuchábamos sus burlas, sus risotadas. Hay un error: no fue desde el 4 al 7 de noviembre, sino desde el 4 al 9 de noviembre, porque esa noche me sacan. Esas sesiones de tortura eran dos veces al día. Pero sé de otros, como por ejemplo, de Alberto Florentino Molina Ruiz y Juan Antonio Chávez Rivas, que pasaron por ese maltrato hasta 4 veces al día por ser dirigentes importantes. Estando una vez amarrado, mientras me ponían corriente, con los sacudones del cuerpo, al correrse la venda, pude ver, y reconocer a cuatro o cinco torturadores: Nelson Ubilla Toledo, Orlando Moreno,sargento, Alfonso Podlech Michaud, Jaime García Covarrubias y otros, cuyos nombres no recuerdo”.
El abogado Gentili le pregunta cómo sabe que los seis prisioneros que mataron estaban detenidos.
El testigo responde: “Juan Antonio Chávez, Florentino Molina, Juan Carlos Ruiz Mancilla, Víctor Hugo Valenzuela Velásquez, Amador Francisco Montero Mosquera, Juan Pedro Mardones Jofre y Juan Huenchumán y yo eramos militantes comunistas de muchos años y convivíamos cotidianamente el cumplimiento del programa del Presidente Allende. Nos conocíamos profundamente todos”.
En respuesta a la abogado Marta Vignola, de la acusación particular por lo civil, que quiere saber si vió a Podlech en el cuartel Tucapel, rsponde el testigo que eso ocurrió por lo menos tres veces y que el acusado decía de ellos decía “A éstos, hay que matarlos a todos”. Y prosigue: “La tercera vez le vi en la Fiscalía el jueves 7 de noviembre, estando con mis compañeros que fueron asesinados. A Juan Antonio Chávez Rivas y a mí nos llevan a la Fiscalía para que firmásemos un documento en que nos autoinculpábamos de ser los jefes del Plan Zeta, un supuesto plan que se inventaron para justificar racias indiscriminadas. En esas circunstancias se nos entrega un documento para que lo firmemos. Nos hacen subirnos un poco la venda para que podamos ver el trozo de papel donde pondríamos la firma. Levanto de a poco la vista y tengo allí, sentado frente a mí, a Podlech, el acusado que es quien nos obliga a firmar. Nos negamos a firmar. Y Podlech dice: “Estos conchas de su madre entreguénselos a los boinas negras ””. A propósito de la pregunta , el testigo describió después las condiciones que se vivía en la c

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