Ecco una traduzione dalla Faz, la Frankfurter Allgemeine Zeitung, dekll’intervista a Camila Vallejo. Che è in arrivo in Europa per una serie di incontri dalla Germania all’Italia.
Camila Vallejo La cara del comunismo
04.02.2012 •
Una entrevista con la dirigente estudiantil chilena Camila Vallejo, quien es aclamada
como una redentora: ¿Qué quiere el movimiento? Y ¿quién es el adversario?© AFP Camila Vallejo
Es un hecho sin precedentes el que a una dirigente estudiantil chilena se la celebre en el extranjero
como a una estrella pop. Camila Vallejo, de 23 años de edad, estudiante de geografía de Santiago de
Chile, se encuentra en gira por Alemania: Berlin, Würzburg, Braunschweig, Bremen, Hamburgo, en
todas partes, aulas repletas de gente. Durante el año pasado encabezó un movimiento, que comenzó
como protesta estudiantil por una educación más equitativa y que rápidamente se extendió para llegar a
ser una protesta contra la hegemonía del capital. Cuando después la policía chilena procedió con todos
los recursos a su alcance en contra de los manifestantes pacíficos, en su mayoría jóvenes, esas
imágenes recorrieron el mundo y Camila Vallejo se transformó en un ícono para todo tipo de
movimientos internacionales de protesta, desde la primavera árabe hasta los acampados de Wall Street.
(F.A.S.)
Señora Vallejo, para comenzar con la interrogante más candente de la humanidad: ¿es usted una
redentora?
Tonterías. Soy estudiante.
Actualmente, en los medios de comunicación a escala mundial, se le celebra como mezcla de Che
Guevara, Jeanne d’Arc, Salvador Allende, Dolores Ibárruri …
Sí, para mucha gente me he transformado en una superficie de proyección. Entonces, a los periodistas a
veces se les arranca la fantasía.
En todo caso, los lectores del „Guardian“ británico hace poco la eligieron como „personaje del
año 2011“. ¿Qué importancia tiene para usted esa distinción?
No se refiere a mí personalmente. Yo solo soy la cara que personifica a este movimiento. Entonces, si a
mí se me otorga esta distinción, de lo que se trata es de una valoración de las transformaciones globales
que han sido impulsadas por numerosos movimientos. Por eso entiendo que este homenaje es un
reconocimiento por el valor de la juventud en general.
¿Por qué ha sido justamente una dirigente estudiantil chilena la que se ha transformado en
símbolo del movimiento mundial de protesta?
La gente se siente impotente frente a la forma en que se ejerce el poder y a los mercados desatados. En
nuestro caso, en Chile, se trata de la educación, en otros países son otros temas. Pero en esencia a todos
los une un fenómeno global, un sentimiento de injusticia social a escala global, en la que algunos pocos
tienen mucho y muchos tienen muy poco. Este movimiento va a la raíz del orden mundial neoliberal.
Yo no sé por qué será que justamente yo me haya transformado en símbolo. Quizás porque las protestas
en Chile han merecido atención internacional.
¿Cuál es la esencia del conflicto actual en Chile?
Ese es un proceso largo, que se remonta a los tiempos de la dictadura. Chile ha venido siendo desde
entonces el laboratorio de experimentación por antonomasia del neoliberalismo, la peor forma del
capitalismo desatado. Chile tiene 17 millones de habitantes, pero la mayor parte del capital está en
manos de solamente unas cien familias. Ellos son los propietarios de los medios de comunicación, de
los hospitales, de las instituciones de educación. Y también determinan la política y con ello las leyes
del país.
¿Cómo fue que un movimiento de estudiantes haya podido desencadenar en Chile esta enorme
ola de protestas a escala nacional?
Inicialmente lo que perseguíamos solamente se trataba de becas y créditos blandos. Eso fue en 2005.
Pero mientras más profundizábamos en la temática, más claro quedaba que nuestras exigencias también
tocaban a la constitución y los derechos fundamentales. Se requirió tiempo para llegar a poder
formularlo de esa manera. En 2011, el movimiento dio un salto cualitativo y cuantitativo. Nos unimos
con los estudiantes secundarios y formulamos reivindicaciones conjuntas. A partir de ese momento, el
movimiento repentinamente fue político. Hemos denunciado las injusticias del sistema educacional, la
mala calidad de las instituciones públicas, el problema del endeudamiento privado. Porque la educación
no solo les importa a los estudiantes, también es un problema para sus familias. Abuelos y padres se
endeudan en Chile por la educación de sus hijos y de repente, entonces, el tema afectaba a toda la
sociedad, a todas las generaciones.
Porque gran parte de las instituciones educacionales fueron privatizadas bajo Pinochet …
Cierto. En nuestro país la educación es un negocio con altos márgenes de ganancias. La derecha piensa
que el sector educacional debería orientarse por el libre mercado. La izquierda, o sea nosotros, los
estudiantes, la población normal, los trabajadores, opinamos que no debería haber lucro alguno con un
derecho fundamental como lo es la educación.
¿Entonces el debate sobre la educación identificó fallas fundamentales del sistema?
Exactamente. La desigualdad en el sistema educacional, la avidez de ganancias, el lucro con del
derecho fundamental a la educación, esas son cuestiones que se aplican igualmente al sistema de salud.
El modelo es el mismo. También en los hospitales hay subcontratación. La construcción de hospitales y
clínicas hoy día se financia por inversionistas privados. Y esos, por su parte, quieren multiplicar su
dinero; para esos no se trata de amor al prójimo. Para esos se trata de un negocio como cualquier otro.
Y uno especialmente muy lucrativo, porque por las ganancias que sacan de la salud y de la educación
los empresarios en Chile no pagan impuestos.
¿Cómo se explica usted esta irrupción repentina, casi simultánea de protestas a escala mundial?
¡Esto no tiene nada de repentino! Es lo que se fue acumulando durante muchos años y ahora encuentra
una válvula de escape. En Chile se da el hecho de que ya la generación de nuestros padres había hecho
mucho al respecto. Pero estaban marcados por el período de la dictadura, tenían miedo. Nosotros somos
la primera generación que no alcanzó a conocer a la dictadura. No conocemos el miedo. Por eso es que
nos lanzamos a la lucha sin miedo. Luego, el que a escala mundial se hayan dado diversos movimientos
a la vez, seguramente se debe a las formas nuevas de comunicación, a Facebook y Twitter.
¿Qué es lo que, en su opinión, tienen en común esas protestas a escala mundial? Porque los
países, las historias, son muy diferentes …
En último término, los derechos a la libertad, a la educación, a la salud, al trabajo y a un salario justo
son universales. El capitalismo ha llegado a un punto, en el que ya no funciona con estabilidad. La
gente se siente a merced de los mercados. Pero los mercados persiguen únicamente por el lucro, no se
orientan por los intereses de las personas. Contra eso se levanta la protesta global.
Usted se declara comunista. ¿Qué es el comunismo hoy en día?
Seguimos creyendo en la construcción de un sistema comunista. No creemos que el comunismo sea
igual en todos los países. Nuestra generación ha pasado por el proceso democrático que nos ha
influenciado fuertemente. Eso por cierto que nos diferencia de los comunistas de otras generaciones.
Creemos en la democratización del sistema electoral. Hoy día, ser comunista ya no es adherir a una
ilusión utópica. Lo dogmático de los comunistas de otros tiempos con su mirada puesta en el sistema
soviético o en Cuba, eso no somos nosotros. Hemos aprendido de los errores de esos sistemas.
La mayor parte de los sistemas comunistas fracasaron como consecuencia de sus aspiraciones
totalitarias de poder. ¿Qué enseñanzas saca usted de allí?
Cada país debe hallar un modelo político propio, eso no es transferible. Lo que nosotros queremos es
un país más justo y más democrático. Creemos que cualquier proceso de desarrollo solamente se puede
llevar a cabo de manera comunitaria. Y para eso se necesita una organización colectiva. Nunca los
cambios estuvieron fundados en el individualismo; siempre fue el colectivo el que quiso que este
proceso existiera. En esa fase se encuentra Chile actualmente.
¿Usted cree en un futuro comunista?
Creo que los comunistas hoy día más que nunca antes tenemos una parte importante que aportar a las
transformaciones a escala mundial. Creemos en la democracia. No creemos en la democracia de la
burguesía, creemos en la democracia de la gente humilde. Esa es nuestra idea del comunismo. En
Europa, en Alemania, se necesita una definición propia. En último término, este movimiento global
pasa por encima de ese tipo de fronteras. De lo que se trata es de un nuevo concepto de justicia en
nuestra sociedad.
En su opinión: ¿qué tan importante es usted misma para este movimiento?
Todo movimiento necesita representantes aceptados y reconocidos, personalidades dirigentes. Existe el
peligro de caer en el error de pensar que un movimiento sea dependiente de personas individuales, o
que determinadas personalidades de repente exijan para sí mismos un poder dirigente irrestricto. Eso no
debe ocurrir. Los procesos como este son construcciones colectivas, nadie puede situarse por encima
del colectivo. Yo sostengo que los medios de comunicación chilenos utilizan la personificación de
manera dirigida como herramienta para poder atacar al movimiento en su conjunto. A una masa no se la
puede contener, a una persona individual, si.
¿A usted, cómo la han atacado?
Ha habido difamaciones permanentes de mi persona como comunista. Se dijo que yo era demasiado
joven, demasiado bonita, demasiado fea, demasiado inteligente, demasiado tonta. Hubo amenazas,
hubo insultos. Un alto funcionario dijo públicamente que había que matar a la perra, que entonces se
acabaría el alzamiento. Con lo de perra se refería a mí. Pero todos esos son intentos de atacar al
movimiento mismo, no a mí como persona. Hay que entender, entonces, cómo funcionan los medios de
comunicación. Pero también cómo se comporta el poder, cuando se ve amenazado.
¿También usted domina el juego con los medios, o no?
Por supuesto. Yo también he aprendido a jugar con los medios de comunicación. Sé cómo usarlos. Y he
aprendido a no caer en su juego. Es por eso que nunca acepté entrar a un plano personal; eso se
devuelve como un bumerán. Y tuve que aprender rápidamente a no tomar los ataques a mi persona
como algo personal.
Los ataques personales, ¿no la afectan igual?
No, en realidad no. Recibo gran apoyo de parte de los amigos y también de mi familia. Si no fuera yo la
dirigente, otra persona estaría en mi lugar y sería objeto de los mismos ataques.
Incluso ha habido amenazas de muerte en su contra.
Si, lamentablemente. Eso ante todo afectó bastante fuertemente a mi familia. En Internet alguien había
publicado mis datos personales, mi número de teléfono, mi dirección. Fue atacada la casa de mis padres
y he estado recibiendo llamados diarios de amenaza. Un felino arrinconado también empieza a dar
zarpazos y finalmente ataca. Los poderosos tienen miedo.
© REUTERS Camila Vallejo después del empleo de un carro lanzaaguas durante una manifestación
¿Miedo a su persona?
Miedo al movimiento que represento. Porque la cuestión es por qué se ataca a un movimiento social, de
izquierda. Nuestro movimiento hoy día constituye una amenaza seria para la clase dirigente política y
económica de nuestro país.
A usted se la considera la competencia más prometedora para el presidente chileno, Sebastián
Piñera. ¿Tiene usted ambiciones a ese respecto?
Yo también lo había escuchado. Pero es prematuro hablar de eso. Yo trato de cumplir responsablemente
mis tareas políticas. Pregúnteme nuevamente en un año más.
Entrevista: Nahuel Lopez